Miguel Molina Díaz
El
Estado de Israel es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más grandes de lo
que las colectividades podemos lograr cuando nos organizamos en la persecución
de un mismo objetivo. Después del Holocausto, en el que perecieron más de 6
millones de judíos, la ONU decidió la creación del Estado israelita en el
territorio de Palestina, que según la tradición de la Torá había sido prometida
por Yahvé a los descendientes de Abraham.
Ben
Gurión, su líder, tuvo que idearse un país en el punto geográfico más neurálgico
de una guerra fratricida. Una guerra de culturas en el corazón de las tres
religiones monoteístas más importantes del mundo. Y la verdad es que los
primeros años fueron de tragedia: ni siquiera les era permitido el acceso a su
ciudad capital, Jerusalén, que estaba controlada por los árabes.
Las
dificultades, con el tiempo, se convirtieron en la posibilidad de aprender a
crear soluciones para todo tipo de dificultad, que eran demasiadas. Por
ejemplo, para poder sembrar en el desierto tuvieron que bombardear nubes y la
lluvia, que según la biblia la enviaba Dios, fue una consecuencia de su
tecnología e ingenio. Veinte años después de la época en que vivían perseguidos
por los árabes, en la Guerra de los 6 días, la Primera Ministra Golda Meir se
enfrentó a 5 países árabes y los venció.
Los
sufrimientos del pueblo judío se remontan a los albores de la civilización
humana. Y desde entonces gracias a su unidad y fuerza han logrado vencer las
más horrendas adversidades: expulsiones, pestes, migraciones, guerras santas,
masacres, guetos, cámaras de gas, más guerras, sangre, persecución.
Sin
embargo, hace pocos días el mundo entero fue testigo de la masacre causada por
el gobierno israelí en la Franja de Gaza. Creo que el Premier Netanyahu en
realidad tiene problemas para distinguir entre “defensa” y “ofensa”. Para
defender al pueblo israelí de los misiles de Hamás el saldo fue alrededor de
150 palestinos muertos. Es decir, más de
seis décadas después del Holocausto Israel ha olvidado el dolor, el horror, las
llamas del infierno.
* Publicado originalmente en Diario La Hora
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