Miguel Molina Díaz
Ciento ocho personas murieron en
la masacre de Hula el 25 de mayo pasado. Horrorizado, el socialista y flamante
presidente de Francia, François Hollande, declaró que no se descarta una
intervención armada, con la condición de que esta sea autorizada por el Consejo
de Seguridad de la ONU. Las cancillerías de Rusia y China le salieron el paso a
Hollande amenazando con vetar cualquier resolución que implique una
intervención militar extranjera en Siria.
Desde el inicio del conflicto,
hace algo más de un año, once mil personas han perdido su vida. Los últimos
destellos de las revueltas iniciadas en la Primavera Árabe, en el caso sirio,
dejan resultados atroces. Bashar al-Assad, el dictador autor de las matanzas,
ha reprimido a los rebeldes con toda la brutalidad militar a su alcance. A toda
costa pretende coartar el sueño de una sociedad democrática.
Aferrado al mando, como una loba,
se niega a dejar el poder. A pesar de que el evidente precio a pagar por su obsesión
fetichista sean cientos de vidas y desplazamientos humanos. A ese punto de
deshumanización y perversión llegan los dictadores cuando se ven perdidos;
cuando no les queda nada salvo el ego.
No basta con la expulsión de los
diplomáticos sirios de las capitales de las potencias occidentales para evitar
las muertes de los civiles. Condenable, ciertamente, es la posición de Rusia y
China; detrás de sus políticas esconden una verdad atroz: su miedo a ser
inconsecuentes con su propio autoritarismo.
Escudados en el plan del enviado
de la ONU, Kofi Annan, los gobiernos de Rusia y China se muestran pacientes:
pueden soportar todavía más matanzas como la de Hula antes de reaccionar. La
parálisis del Consejo de Seguridad, ahora comprobada, engrandece la impunidad
de los crímenes cometidos, todos los días, por la ferocidad de Bashar al-Assad
que, como una hiena hambrienta, acaba de quitar la vida a 49 niños y 32
mujeres. Al respecto la Cancillería ecuatoriana, al mismo tiempo que habla de
derechos humanos, ha dicho: “respeto irrestricto a la soberanía siria”.
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