Por Miguel Molina Díaz
La participación política, sus métodos, cálculos, estrategias y discursos, son procesos complejos cuya dinámica se desarrolla en base a las características de las sociedades, su cultura, geografía y visión de la historia. Sin embargo, cuando Mark Zuckerberg inventó el Facebook y Jack Dorsey dio vida al Twitter, no se imaginaron la trascendencia que tendrían sus inventos en revolucionar la concepción de la política y de las relaciones humanas en general durante los primeros años del siglo XXI.
Estamos atravesando un proceso de transición en el que identificamos un paulatino agotamiento de la videopolítica televisiva, todavía vigente, y el surgimiento de nuevos espacios de participación en donde incluso se plantea la posibilidad de repensar los alcances del término democracia. La pregunta clave para este análisis es: ¿Dónde ocurre la política?
Diversas son las posiciones teóricas que intentan explicar las causas de los acontecimientos políticos en el Mundo Árabe. Lo cierto es que la humanidad entera fue testigo de las primeras revoluciones civiles articuladas, en cuanto a sus posiciones y estrategias, a través de las redes sociales y las demás posibilidades que la Era de la Informática provee. Así como la política tiene lugar en las calles, los parlamentos y los medios de comunicación –sobre todo televisivos–, también empieza a suceder en el internet.
Sobre este fenómeno de construcción social existen dos consideraciones fundamentales. En primer lugar, creo que las redes sociales no son solamente otro espacio para la actividad política, sino son el escenario en donde se cuestionan y resquebrajan todas las formas y los procedimientos anteriores. Surgen como portales web, de iniciativa privada, con el fin de facilitar la socialización y comunicación interpersonal, pero pronto superan sus propias expectativas y se convierten en el espacio de construcción democrática por excelencia, en donde no existen jerarquías institucionales sino solo usuarios que plenamente ejercen la libertad de expresión. Son espacios de encuentro ciudadano, sin fronteras, de estructura horizontal, en donde los gobiernos, los medios de comunicación, los partidos, las organizaciones sociales y las empresas privadas, están al mismo nivel del ciudadano común e interactúan en una dinámica de discusión democrática que recrea la plaza griega, como máxima expresión del espacio público. Por ende, espacios para el desarrollo de todo tipo de campañas.
El otro aspecto fundamental se refiere a que como resultado de estos espacios esencialmente plurales y participativos, se genera una ciudadanía deliberante e informada, capaz de emitir opinión y argumentación. Tanto blogeros como twiteros son, sin lugar a dudas, actores políticos activos en un mundo que –como hemos visto ya en Túnez y Egipto– está abriendo los ojos frente al sometimiento, cuestionando el orden establecido y sus verdades absolutas, contrarrestando la propaganda oficial y exigiendo libertad para el ejercicio efectivo de los derechos en todos los ámbitos. Estamos aprendiendo que el sitio de aplicación de la democracia son todos los lugares a nuestro alcance, desde la asamblea hasta el dormitorio, así como el Facebook, el Twitter, la familia, la universidad, la cama, la ciudad, el Estado… Entonces la “cyberpolítica” es la realidad a la que estamos asistiendo. ¿Se animan a participar?
La participación política, sus métodos, cálculos, estrategias y discursos, son procesos complejos cuya dinámica se desarrolla en base a las características de las sociedades, su cultura, geografía y visión de la historia. Sin embargo, cuando Mark Zuckerberg inventó el Facebook y Jack Dorsey dio vida al Twitter, no se imaginaron la trascendencia que tendrían sus inventos en revolucionar la concepción de la política y de las relaciones humanas en general durante los primeros años del siglo XXI.
Estamos atravesando un proceso de transición en el que identificamos un paulatino agotamiento de la videopolítica televisiva, todavía vigente, y el surgimiento de nuevos espacios de participación en donde incluso se plantea la posibilidad de repensar los alcances del término democracia. La pregunta clave para este análisis es: ¿Dónde ocurre la política?
Diversas son las posiciones teóricas que intentan explicar las causas de los acontecimientos políticos en el Mundo Árabe. Lo cierto es que la humanidad entera fue testigo de las primeras revoluciones civiles articuladas, en cuanto a sus posiciones y estrategias, a través de las redes sociales y las demás posibilidades que la Era de la Informática provee. Así como la política tiene lugar en las calles, los parlamentos y los medios de comunicación –sobre todo televisivos–, también empieza a suceder en el internet.
Sobre este fenómeno de construcción social existen dos consideraciones fundamentales. En primer lugar, creo que las redes sociales no son solamente otro espacio para la actividad política, sino son el escenario en donde se cuestionan y resquebrajan todas las formas y los procedimientos anteriores. Surgen como portales web, de iniciativa privada, con el fin de facilitar la socialización y comunicación interpersonal, pero pronto superan sus propias expectativas y se convierten en el espacio de construcción democrática por excelencia, en donde no existen jerarquías institucionales sino solo usuarios que plenamente ejercen la libertad de expresión. Son espacios de encuentro ciudadano, sin fronteras, de estructura horizontal, en donde los gobiernos, los medios de comunicación, los partidos, las organizaciones sociales y las empresas privadas, están al mismo nivel del ciudadano común e interactúan en una dinámica de discusión democrática que recrea la plaza griega, como máxima expresión del espacio público. Por ende, espacios para el desarrollo de todo tipo de campañas.
El otro aspecto fundamental se refiere a que como resultado de estos espacios esencialmente plurales y participativos, se genera una ciudadanía deliberante e informada, capaz de emitir opinión y argumentación. Tanto blogeros como twiteros son, sin lugar a dudas, actores políticos activos en un mundo que –como hemos visto ya en Túnez y Egipto– está abriendo los ojos frente al sometimiento, cuestionando el orden establecido y sus verdades absolutas, contrarrestando la propaganda oficial y exigiendo libertad para el ejercicio efectivo de los derechos en todos los ámbitos. Estamos aprendiendo que el sitio de aplicación de la democracia son todos los lugares a nuestro alcance, desde la asamblea hasta el dormitorio, así como el Facebook, el Twitter, la familia, la universidad, la cama, la ciudad, el Estado… Entonces la “cyberpolítica” es la realidad a la que estamos asistiendo. ¿Se animan a participar?
*Aula Magna- Publicación Mensual Universidad San Francisco de Quito.
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