3 sept 2013

¡Y se acaba el miedo!





Miguel Molina Díaz

La decisión de explotar el campo Yasuní ITT le está poniendo en apuros al gobierno de la Revolución Ciudadana. Ellos, tan acostumbrados a inventar la verdad en las sabatinas y en las cadenas que interrumpen la programación, han sido incapaces de apagar las llamas del incendio. Y han intentado todo tipo de recursos: que solo el 1 por mil (o sea la puntita, nada más), que los que se oponen son 26 pelagatos de CREO o el MPD, que no hay constancia de que existen los no contactados…

Pero sus mentiras se caen por su propio peso. Y por primera vez en 6 años el país abre los ojos y le ve a la revolución sin careta, sin maquillaje y sin disfraz. Por eso la violencia feroz de las represiones policiales, que al día siguiente niegan. Este texto, por tanto, les dedico a los gobiernistas que de tanto calcular han perdido la cuenta y se han vuelto enemigos de los números.

De entre todos ellos resalta el Ministro de Interior que en sus días juveniles se decía defensor de los derechos humanos y que, en efecto, fue el abogado de Sarayacú. ¡Paradoja inimaginable del destino! Ahora es él quién está al frente de los gendarmes que cayeron a toletazos a cientos de indígenas y jóvenes comprometidos con salvar al Yasuní.

Y Serrano, en su delirio, niega que sus muchachos hayan usado balas de goma o gases lacrimógenos. ¡Tan respetuosos de los derechos humanos que son! Hasta el Presidente de la República felicita a sus gendarmes y es que esa destreza indudablemente es resultado de largas horas jugando Paintball.

Lo que más les enfurece es que cada vez hay más gente en las calles, protestando, gritándole al gobierno que, por fin, no le tienen miedo. Y sabe en el fondo, los poderosos, que si la gente les perdió el miedo ha comenzado la cuenta regresiva e improrrogable de sus días en Carondelet. Y luego vendrá la historia y les juzgará: ellos fueron los que gastaron millones en propaganda engañosa, ellos reprimieron como los peores gobiernos neoliberales, ellos condenaron al Yasuní. Ellos, los que mintieron que la patria iba a volver.

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