27 ago 2012

LA PARADOJA DE ASSANGE




Miguel Molina Díaz

Precisamente fue Ecuador el país escogido por Julián Assange, el fundador de WikiLeaks, para que lo auxilie. Mucho se ha hablado (en el mundo) sobre la trascendencia del trabajo investigativo y periodístico del australiano Assange, para descubrir las patrañas que esconden los gestos cordiales y buenos modales de la política internacional. Las repercusiones políticas de las revelaciones logradas por WikiLeaks han sido abrumadoras en todos los rincones de la tierra.

Lo cierto es que el trabajo de Assange ha confirmado el ferviente deseo de gran parte de los habitantes del mundo por que prime la transparencia en la administración de Estado. La transparencia como principio ineludible que debe guiar a quienes ostentan el poder. Eso es lo que ha proclamado y ha intentado enseñar WikiLeaks, desde el periodismo y en nombre de la libertad de expresión.

Pero, en medio de esta vorágine de emociones encontradas, ¿nos hemos detenido a pensar en la coherencia o incoherencia que existe en la relación de Assange y el gobierno del presidente del Ecuador? Si lo que los defensores del australiano proclaman, como punto de partida de esta lucha, es la libertad de expresión: ¿tiene sentido que el salvador de Julián sea Correa?

Por decir lo menos, en Ecuador se está consolidando una política sistemática de debilitamiento de la libertad de expresión desde el Estado. El Presidente de la República ha protagonizado los más vergonzosos casos de persecución a periodistas en la historia reciente del país. Haciendo añicos los principios del derecho y las leyes, ha demandado por millones de dólares a periodistas (a quienes  perdonó desde el fondo de su corazón partido por todo el daño moral que le causaron), ha cerrado más de 14 radios, e impulsa espantosas reformas legislativas para restringir el ejercicio del derecho a expresarse libremente.

Bienvenido sea al país Julián Assange, al paraíso de la intolerancia, de la prepotencia oficial y de las cadenas sabatinas del único con pleno derecho a la libertad de expresión en Ecuador.

* Diario La Hora

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