Por Miguel Molina Díaz
REVISTA POLEMIKA NO. 7
UNIVERSIDAD SAN FRANCISCO DE QUITO
miguelmolinad@gmail.com
La primera década del siglo XXI estableció nuevos conceptos y nuevas formas para la participación política y, específicamente, para la construcción democrática. Más de dos mil quinientos años han pasado desde que se inauguró la democracia de Atenas y el término, conceptual, filosófica y jurídicamente, tuvo que atravesar un constante proceso de evolución desde sus nociones originales hasta las de nuestros días. No obstante a la perpetuación en el tiempo de los esfuerzos de la humanidad por constituir sistemas democráticos en las sociedades, la democracia como sistema de gobierno y forma de Estado, ha estado sujeta a distintas interpretaciones teóricas oportunistas (malversaciones), sometida a procesos autoritarios que la han utilizado solo como medio o instrumento para llegar al poder y, en virtud de los personalismos autocráticos, la han subyugado a los intereses de partidos y caudillos políticos.
Sin embargo, después de la primera década del presente siglo, se plantea la posibilidad de que el ideal democrático alcance nuevos espacios, nunca antes imaginados por los teóricos e ideólogos, en los cuales no solo exista una participación esencialmente democrática, sino donde además, se puedan impulsar procesos democráticos a nivel global. La humanidad está comenzando a dar el paso de transición de la “Videopolítica” a la “Ciberpolítica”, donde las redes sociales y los blogs no son únicamente medios de comunicación y propaganda, sino espacios públicos de cimentación de identidades sociales, participación ciudadana y construcción política.
Todos los medios de comunicación del mundo han dado cobertura a los procesos liberadores que han encendido el debate político, institucional y social en los países del Mundo Árabe y el Medio Oriente, en donde espacios como Facebook y Twitter, han sido determinantes en la consolidación de una “ciberjuventud” capaz de articularse a fin de alcanzar la democracia en sociedades donde, durante larguísimos años, se pensaba que por su complejidad cultural e incluso religiosa, no lograrían ser compatibles con la Democracia Liberal.
Este año 2011 amanece en medio de un despertar histórico que está sacando del aturdimiento a toda una región de la Tierra y, por ende, ha sido un periodo decisivo en la construcción de la llamada Democracia Digital. Hasta el momento dos gobiernos autoritarios perpetuados por décadas han sido depuestos: el de Ben Alí en Túnez y el de Hosni Mubarak en Egipto. El anhelo de conquistas democráticas que convocan a miles de ciudadanos, sobre todo jóvenes, a las principales plazas de los países árabes se han articulado contra la censura, la represión y la vulneración de derechos, por medio de las redes sociales, portales que han sido el principal blanco atacado por los dictadores para defender su ilegitimo ejercicio del poder. El espíritu de estos movimientos tiene su origen en discusiones en blogs y han definido una nueva forma de hacer política y luchar por la democracia y las libertades. Este fenómeno político-tecnológico ha reafirmado el carácter laico de esos estados y ha evidenciado el fracaso de las tesis los países del primer mundo que auspiciaron gobiernos nefastamente antidemocráticos, como el de Mubarak y Gadafi, a fin de evitar el surgimiento de revoluciones islámicas teocráticas como la vigente en Irán. La intervención en Libia es una respuesta tardía para proteger a esa “ciberjuventud” que demuestra en su entendimiento de la política la globalización la democracia y la libertad.
Aspecto Teórico de la Democracia Digital
Partiendo de la historia, hemos visto un proceso de evolución de la democracia en cuanto a su campo de acción y, por tanto, la expansión de sus alcances. La idea de la democracia surge en Atenas con limitaciones en cuanto a la ciudadanía, se restablece en la Ilustración con cierta exclusividad para las clases dominantes del poder económico y político, y sigue siendo cruentamente débil en cuanto a la equidad de género. Amplía sus alcances cuando predica que el sistema político y la legislación deben buscar el bienestar de la sociedad en un Estado Social de Derecho; hasta que en un momento dado llega –en términos técnicos y visuales– al espacio privado, personal y familiar de la televisión.
En la década de los años 90s, del siglo pasado, surge un nuevo fenómeno comunicativo y cibernético que con gran rapidez se globaliza y facilita a la población mundial el acceso a información: el Internet. En un principio esté logra expandirse como medio de comunicación pero es en la primera década del siglo XXI, cuando supera sus alcances meramente mediáticos y se constituye como un espacio público de interrelación social y construcción política. Hoy en día, el mundo al que asistimos es uno en el que el Internet se convierte en una herramienta necesaria para el desarrollo de actividades económicas, comerciales, políticas, informativas, es decir, para todo tipo de actividad y por tanto de activismo. Gran parte de la vida privada de los ciudadanos del mundo, incluso en países en vías de desarrollo, tiene lugar en los portales web, donde se facilita, no solo el acceso a información, sino todo tipo de actividades: transferencias bancarias, correspondencia eficaz e inmediata, pagos de cuentas por servicios públicos.
La tecnología establece en el planeta un nuevo orden social acortando las distancias y fronteras entre países y continentes, disminuyendo (por no decir eliminando) los tiempos y sobre todo logrando transmitir todo tipo de información a cualquier persona en cualquier parte del mundo. La inauguración de la Era de la Informática produce cambios en la cultura de las sociedades y por ende, en la mentalidad de la gente, es decir, marca un antes y un después en las telecomunicaciones sociales y las relaciones humanas.
Además, como resultado de este fenómeno, estamos replanteando los alcances del espacio público y asumiendo el reto de convertir al Internet y a las demás posibilidades que la tecnología ofrece, en especial las redes sociales, en herramientas de participación ciudadana.
La Democracia y Libertad en el espacio digital
El fenómeno más importante se da con el aparecimiento de las redes sociales, que en principio eran absolutamente simples y esencialmente domésticas. De hecho, el momento de quiebre llega cuando Mark Zuckerberg decide crear Facebook y Jack Dorsey da vida al Twitter, ambos sin imaginar la magnitud global e histórica que tendrían sus innovadores inventos.
La idea de la plaza griega en donde Sócrates llevaba a cabo las más importantes disquisiciones de su tiempo en el campo político, existencial, filosófico, cultural o artístico, es nuevamente edificada en su magnitud más amplia, englobando los aspectos comunicativos, informáticos, de interrelación y recreación interpersonal, así como de construcción democrática.
La esencia de esta construcción democrática que surge a razón de la Era Informática, en general, y de las redes sociales, en particular, es que el convivir democrático se da, en estos espacios, a partir de la práctica cotidiana, sin necesidad de profundas teorías y con mínimos consensos de rigor.
La gente alrededor del mundo ha retomado la lectura y la escritura, fundando tal vez un nuevo género literario cibernético, que se basa en la comunicación interpersonal –característicamente confesional– y la permanente expresión pública en el sentido más amplio del concepto.
Facebook se consolida como un espacio que carece, absolutamente, de censuras, restricciones y limitaciones gubernamentales, religiosas, partidarias o gremiales, fomenta la discusión desde los temas más vánales del ámbito personal hasta los trascendentales de la esfera pública-política de incidencia local, nacional y, por supuesto, mundial. Por otro lado, Twiteer fortalece también ese mismo ámbito de discusión del debate democrático, la construcción de identidades y consensos, pero además se convierte en el medio de comunicación instantánea por excelencia, en donde las cuentas de los gobiernos, transnacionales y políticos, están al mismo nivel que la de los ciudadanos comunes.
El internet es una red de fin a fin sin controles ni mediadores, solo de usuarios. Es preciso, en este punto, citar la problemática que despierta la enciclopedia Wikipedia. La discusión se centra en la confiabilidad o no de la fuente sobre el contenido de la información que contiene este portal, esto nos plantea la validez del conocimiento producido de forma comunitaria. Wikipedia no es más que un esfuerzo por construir conocimiento no controlado ni censurado, es una fuente de información descentralizada. En estos momentos, desde nuestra perspectiva ética, suena una cuestión que podría relacionarse a lo anti-académico, pero debemos entender al fenómeno cultural en relación al tiempo, Wikipedia es ahora la principal fuente de información alrededor del mundo. Y este ejemplo de estructuras más horizontales es el que debemos seguir para construir una Democracia Digital incluyente y plural, que no excluya ni discrimine pensamiento o posiciones.
Llegó el momento de hablar de que esta Democracia Digital debe ser un eje transversal en las agendas de los políticos, funcionarios públicos, candidatos, pero sobre todo, de las organizaciones políticas que incentivan la participación ciudadana. Grossman, uno de los grandes especialistas en el ejercicio de los derechos ciudadanos por medios digitales afirma que la participación política en este momento tecnológico se encuentra dentro de la “República Electrónica.” Del mismo modo el politólogo estadounidense, Robert Dahl, complementa esta idea de modernizar nuestros conceptos de democracia para que avance al ritmo que avanza la humanidad, y lo hace proponiendo cinco criterios fundamentales: 1.- Participación Efectiva, 2.- Igualdad Política Superando la Brecha Digital, 3.- Entendimiento Ilustrado, 4.- Control de la Agenda por Parte de los Ciudadanos y 5.- Inclusión como Garantía de Igualdad Básica en Oportunidades. Esta Democracia Digital está en permanente evolución; en primer lugar vemos que la presencia en línea de páginas oficiales constituye un contacto directo con los ciudadanos. En Ecuador incluso los jubilados necesitan del Internet para poder acceder a sus fondos de reserva en la página web del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Cada día encontramos mayor cantidad de información, es decir, mayor disponibilidad de lo que se refiere a legislación, documentos, formularios y solicitudes. El servicio que se puede ofrecer a la ciudadanía por el Internet es mucho más óptimo que el servicio público al que estuvimos acostumbrados en el pasado, goza de mayor rapidez, dignidad, opciones y aplicaciones, y en consecuencia, mejores resultados para la comunidad.
Las estructuras de Estado están obligadas a abrirse en medio de esta nueva era digital y es el mismo gobierno el que, a través de estos espacios, redefiniendo sus procedimientos debe promover participación ciudadana, involucrar a las personas en la toma de decisiones y rendir cuentas permanentemente. La tecnología y el “gaming”, entendido en su alcance más amplio como el ejercicio de la vida cotidiana en el internet, vinculan más directamente a la ciudadanía con su país, con sus ciudades, con su comunidad.
Entonces, al hablar de un espacio de discusión y expresión también estamos hablando de un espacio de construcción de identidades alternativas y creativas, es decir, de democracia participativa e incluyente. Cuando nos referimos a una dependencia de la tecnología debemos entender también que es posible que esa misma tecnología nos acerque más a la libertad, es por eso imprescindible que el acceso a Internet sea considerado como un derecho ciudadano y una política pública de los Estados. Según diversas mediciones, el acceso a Internet crece en el Ecuador a un promedio anual de 20%. Todavía estamos lejos de afirmar que el acceso a internet es masivo y universal en el país, pero cada día es más cierto que los estudiantes de todas las edades aprenden a dominarlo y utilizarlo como mecanismo de investigación e instrumento de estudio, así como profesionales de todas las áreas, incluso del sector público, lo utilizan como herramienta de trabajo. Entonces estamos frente a la evidencia de que el libre acceso a información y conocimiento relaciona directamente a las libertades individuales y colectivas de la ciudadanía con la tecnología y el “gaming”, estos últimos comprendidos dentro del concepto de espacio público.
¿Instrumento para la participación?
La Democracia Digital se desarrolla en el ciberespacio, conservando y practicando los principios de la democracia participativa. Pero, ¿a eso se limita el alcance de Ciberpolítica? ¿La democracia digital no puede expandirse al ámbito de la realidad material de las sociedades? La respuesta a estas preguntas, las podemos encontrar en los periódicos y noticieros de todo el mundo en relación a la cobertura de los acontecimiento de Medio Oriente y el Mundo Árabe. Es decir, el otro ámbito de acción de la Democracia Digital es la realidad política, de carne y hueso, de las sociedades alrededor de todo el mundo.
El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en su artículo La Libertad y los Árabes señala que “el movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Las palabras del escritor e intelectual peruano, indiscutiblemente, relatan el resultado de esta Democracia Digital incipiente: movimientos políticos –principalmente juveniles– que han dejado en el pasado el personalismo caudillista característico de los regímenes autoritarios y de nuestros modernos populismos, para dar paso a un liderazgo colectivo.
Incluso, estos fenómenos sociales, nacen como movimientos laicos, en países donde hablar de laicismo es cuestionar la estructura constituyente de Estado, por su carácter autocrático y confesional. El factor que explica todas estas circunstancias radica en un hecho meramente generacional, la “ciberjuventud” que ha crecido en la primera década del siglo XXI, es una generación de la informática, que debido al entorno comunicacional en el cual han crecido y se han desarrollado, tienen la facilidad de quitarse los tabúes y dogmas de sus propias culturas para abrirse paso en medio de un mundo globalizado que vive en permanente cambio, en el cual, dictadores como Gadafi, máxima representación del viejo régimen despótico, no logran conciliar el sueño mientras el Medio Oriente, irrenunciablemente, abre por fin los ojos.
Mucho se ha debatido analíticamente en el mundo sobre estos procesos liberadores, algunos, como el analista Moisés Naím, afirman que los blogs, las redes sociales y las filtraciones de wikileaks –que debelaron la corrupción nauseabunda de estos regímenes autoritarios- no fueron necesariamente determinantes en el estallido de las revoluciones en Medio Oriente. Para Naím el hastío de la población sumida en la insoportable desigualdad y pobreza, conjuntamente con el decisivo sentimiento de inconformidad de las Fuerzas Armadas en países como Túnez y Egipto, son las circunstancias que permitieron el quebrantamiento del orden establecido. Sin embargo, incluso bajo este argumento, vemos que las herramientas que la informática provee, especialmente las redes sociales, pueden convertirse en herramientas que coadyuvan y ofrezcan facilidades, tanto a la organización de movimientos libertarios y democráticos de iniciativa civil, como a proyectos políticos en sociedades democráticamente constituidas.
Podríamos pensar que en medio de la llamada Era de la Informática el acceso a información es un derecho indiscutible e irrenunciable pero hace un año conocimos un polémico conflicto entre una potencia comercial y económica asiática y el buscador cibernético Google, el cual constituye un debate sobre las libertades individuales y la democracia. El hecho es que frente a la autoritaria y desprovista posición oficial del gobierno de Pekín, Google decide desmantelar su portal de navegación en China a fin de cesar la censura en los servicios de búsqueda, los cuales fueron redirigidos a un portal de navegación radicado en Hong Kong hasta llegar a un acuerdo. Anteriormente a este acontecimiento, mientras estuvo vigente el buscador de China, el gobierno de ese país intervino las cuentas de correo electrónico gmail de varios activistas opositores chinos para vigilarlos y algunos de ellos terminaron en prisión. Quisieron ocultar las verdades bloqueando las búsquedas de términos como “Protestas de Tiananmen” o “Dalai Lama”, así como los blogs de agrupaciones opositoras. Las preguntas claves para entender la democracia, el “Gaming” y la tecnología en este preciso caso acontecido, que representa algunos otros, son: ¿Qué pretenden imponer aquellos gobiernos que anteponen la libertad del mercado y los capitales sobre las libertades fundamentales de los ciudadanos? ¿Qué intentan ocultar? ¿A qué le tienen miedo? ¿A la verdad quizá?
Es por eso que la intervención gubernamental se vuelve abominable en lo que se refiere a acceso a información virtual y al desarrollo de la democracia digital. A partir del 11 de Septiembre del 2001, los Estados Unidos de la administración Bush intentaron imponer en el mundo la idea de que “el que nada debe nada teme” y que la condición de la seguridad nacional antiterrorista es la posibilidad de seguir desde el Estado a los ciudadanos, sistema en el cual, por principio, todos son sospechosos. Se pretendió vigilar las actividades privadas, en consecuencia se violó la privacidad inviolable de correos electrónicos personales que deben ser considerados como cualquier otro tipo de correspondencia. El Internet debe ser todo lo contrario, estamos hablando de construir un espacio para el desarrollo de la geopolítica y también el libre comercio del conocimiento.
Una noticia recorrió hace meses varios portales de Internet donde se informa sobre la sentencia del juez italiano Oscar Magi, quién desde su juzgado en Milán determinó que “no puede existir pradería sin límites de Internet donde todo está permitido y nada puede prohibirse.” Esta resolución está motivada en contra de tres dirigentes de Google, que fueron condenados febrero del 2010 a seis meses de prisión por violación de la privacidad, esto debido a que no evitaron la publicación del video en el que un adolescente minusválido era insultado y agredido por sus compañeros de escuela. Más allá de la crueldad y el apasionamiento que este caso pueda despertar, la discusión debe centrarse en el principio fundamental de la libertad de Internet como factor vital para las democracias mundiales. Y en este preciso caso, el real problema no es la morbosidad de los cibernautas, sino que se pretendió judicializar la omisión de funcionario de google al no ocultar la deshumanización y miseria de espíritu de un grupo de adolescentes, lo cual constituye una verdad que no se puede ni se debe ocultar con una sentencia judicial.
El Internet como medio de comunicación es independiente y pluralista; las redes sociales han sido los medios de comunicación que han servido constantemente, en diferentes regiones del planeta, para convocar a protestas y reivindicaciones públicas de grupos segregados contra el statu quo y su perversión. Pero no solo protestas, desde estos espacios y blogs se ha fomentado el contacto cultural, académico y político de cibernautas de todos los continentes para informar, opinar y articularse. En la web pueden coexistir las posiciones de quienes ejercen el poder y de los medios de comunicación opositores, pero no se limita a eso: están también las opiniones del ciudadano común que no goza de cargos públicos y que no es tomado en cuenta por los medios de comunicación tradicionales con sus exclusivos intereses y sus agendas. En el Internet se puede ejercer el periodismo y precisamente es este espacio el que perdura frente a las pretensiones de censura que se pretenden imponer por quienes creen ser los dueños de las verdades alrededor del mundo. Por eso no es entendible cómo mientras el Medio Oriente - región históricamente amedrentada en cuanto a la libertad de información - está logrando reivindicaciones fundamentales en cuanto a las libertades civiles, en otros lugares del mundo, como Venezuela, Argentina, Nicaragua, Bolivia o Ecuador, se apuesta por legislaciones para censurar la información, a pesar de ser parte de un continente que protagoniza un despertar democrático en países como Brasil, Uruguay o Chile, donde la institucionalidad y el Estado Constitucional esta sobre las ambiciones de poder.
Es en este contexto regional y, sobre todo, mundial, en donde las redes de la informática están desarrollando su capacidad para convertirse en espacios donde se pueda mejorar la vida de las poblaciones, estableciendo mecanismos de lucha, garantía y vigilancia de los derechos humanos y libertades fundamentales.
Dinámica política de la Era de la Informática
La humanidad y, por tanto, todos sus sistemas, especialmente los políticos, jurídicos, económicos, y culturales, están en permanente evolución y replanteo. La tecnología, que en principio se asumió como un resultado de la ciencia y el ingenio humano, también se ha podido convertir en medio para mejorar el nivel de vida de la población en todos los aspectos.
Si bien todos los avances de la tecnología han logrado incidir en cuanto a las relaciones políticas e incluso la construcción democrática, como la imprenta, la electricidad y las telecomunicaciones; el internet y las redes sociales, tienen un mayor incidencia para expandir, en el ámbito de la vida privada, los alcances de la democracia.
Entonces las siguientes preguntas que debemos realizarnos son: ¿Es el Internet un mecanismo para combatir la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo? ¿De qué manera podemos utilizar la tecnología digital para acabar con la inequidad social? Probablemente las respuestas a estas preguntas son varias, pero principalmente hay que decir que la Era Digital, inaugurada por la telecomunicación satelital, el Internet y la tecnología, significa la democratización de la información y de la participación ciudadana.
En la primera década del siglo XXI los espacios de participación ciudadana han mejorado, se han incrementado, incluso llegan a ser más efectivos y más interactivos que la democracia institucional en virtud de que goza de mayor conexión con la vida diaria y cotidiana de la gente, está presente en los hogares de la ciudadanía. Incluso las Naciones Unidas en el año 2008 realizó un estudio sobre el estado de los gobiernos digitales en el mundo tomando en cuenta parámetros de comunicación, servicios y acceso a Internet.
Los actores políticos y las organizaciones políticas que pretendan tener éxito en este siglo deben contemplar como indispensable la participación dentro de la llamada democracia digital, consolidar una militancia virtual que delibere y construya planteamientos políticos para ser debatidos en el marco de las discusiones trascendentales de las naciones. Lo urgente es, al igual que los blogistas de Medio Oriente, proclamar la construcción comunitaria a través de las posibilidades que ofrece el Internet y la tecnología; es necesario que los partidos y movimientos confíen en el éxito de escuelas de formación virtual para su militancia y para la ciudadanía, lo cual supone también desarrollar herramientas de navegación cibernética como mecanismos para una comunicación ágil e incluso para la toma de decisiones. Debemos avanzar hacía un activismo virtual contundente, avanzar en los esfuerzos de reivindicar y recuperar la plaza, para que constituya un espacio de reencuentro ciudadano, de debate, diálogo y discusión. Un espacio en donde podamos expresarnos, opinar, combatir nuestras posiciones en el margen del respeto y la tolerancia, y, de esta manera, construir democracia en todos los espacios de nuestra vida.
Entonces, la tecnología, el “gaming”, la construcción de la llamada Democracia Digital y las constantes rupturas del imaginario social, se conectan directamente con nuestras libertades civiles, indispensables para vivir en Estado de Derecho y desarrollar un proyecto de vida, pero sobre todo, para llevar a cabo un proyecto de activismo colectivo que pueda incidir en la política de los países y del mundo. Las redes sociales, los blogs y las enciclopedias virtuales pueden y deben convertirse en ese espacio público que sea la base de nuestros sistemas democráticos, así como en herramientas de participación ciudadana. Es innegable, la democracia cada vez se consolida más como un ideal irrenunciable, se convierte en una palabra cada vez más cercana a nuestra naturaleza, al diario vivir, a la esencia de nuestra humanidad. Hablo de una democracia que es el despertar y la esperanza eterna de nuestra civilización.
miguelmolinad@gmail.com
La primera década del siglo XXI estableció nuevos conceptos y nuevas formas para la participación política y, específicamente, para la construcción democrática. Más de dos mil quinientos años han pasado desde que se inauguró la democracia de Atenas y el término, conceptual, filosófica y jurídicamente, tuvo que atravesar un constante proceso de evolución desde sus nociones originales hasta las de nuestros días. No obstante a la perpetuación en el tiempo de los esfuerzos de la humanidad por constituir sistemas democráticos en las sociedades, la democracia como sistema de gobierno y forma de Estado, ha estado sujeta a distintas interpretaciones teóricas oportunistas (malversaciones), sometida a procesos autoritarios que la han utilizado solo como medio o instrumento para llegar al poder y, en virtud de los personalismos autocráticos, la han subyugado a los intereses de partidos y caudillos políticos.
Sin embargo, después de la primera década del presente siglo, se plantea la posibilidad de que el ideal democrático alcance nuevos espacios, nunca antes imaginados por los teóricos e ideólogos, en los cuales no solo exista una participación esencialmente democrática, sino donde además, se puedan impulsar procesos democráticos a nivel global. La humanidad está comenzando a dar el paso de transición de la “Videopolítica” a la “Ciberpolítica”, donde las redes sociales y los blogs no son únicamente medios de comunicación y propaganda, sino espacios públicos de cimentación de identidades sociales, participación ciudadana y construcción política.
Todos los medios de comunicación del mundo han dado cobertura a los procesos liberadores que han encendido el debate político, institucional y social en los países del Mundo Árabe y el Medio Oriente, en donde espacios como Facebook y Twitter, han sido determinantes en la consolidación de una “ciberjuventud” capaz de articularse a fin de alcanzar la democracia en sociedades donde, durante larguísimos años, se pensaba que por su complejidad cultural e incluso religiosa, no lograrían ser compatibles con la Democracia Liberal.
Este año 2011 amanece en medio de un despertar histórico que está sacando del aturdimiento a toda una región de la Tierra y, por ende, ha sido un periodo decisivo en la construcción de la llamada Democracia Digital. Hasta el momento dos gobiernos autoritarios perpetuados por décadas han sido depuestos: el de Ben Alí en Túnez y el de Hosni Mubarak en Egipto. El anhelo de conquistas democráticas que convocan a miles de ciudadanos, sobre todo jóvenes, a las principales plazas de los países árabes se han articulado contra la censura, la represión y la vulneración de derechos, por medio de las redes sociales, portales que han sido el principal blanco atacado por los dictadores para defender su ilegitimo ejercicio del poder. El espíritu de estos movimientos tiene su origen en discusiones en blogs y han definido una nueva forma de hacer política y luchar por la democracia y las libertades. Este fenómeno político-tecnológico ha reafirmado el carácter laico de esos estados y ha evidenciado el fracaso de las tesis los países del primer mundo que auspiciaron gobiernos nefastamente antidemocráticos, como el de Mubarak y Gadafi, a fin de evitar el surgimiento de revoluciones islámicas teocráticas como la vigente en Irán. La intervención en Libia es una respuesta tardía para proteger a esa “ciberjuventud” que demuestra en su entendimiento de la política la globalización la democracia y la libertad.
Aspecto Teórico de la Democracia Digital
Partiendo de la historia, hemos visto un proceso de evolución de la democracia en cuanto a su campo de acción y, por tanto, la expansión de sus alcances. La idea de la democracia surge en Atenas con limitaciones en cuanto a la ciudadanía, se restablece en la Ilustración con cierta exclusividad para las clases dominantes del poder económico y político, y sigue siendo cruentamente débil en cuanto a la equidad de género. Amplía sus alcances cuando predica que el sistema político y la legislación deben buscar el bienestar de la sociedad en un Estado Social de Derecho; hasta que en un momento dado llega –en términos técnicos y visuales– al espacio privado, personal y familiar de la televisión.
En la década de los años 90s, del siglo pasado, surge un nuevo fenómeno comunicativo y cibernético que con gran rapidez se globaliza y facilita a la población mundial el acceso a información: el Internet. En un principio esté logra expandirse como medio de comunicación pero es en la primera década del siglo XXI, cuando supera sus alcances meramente mediáticos y se constituye como un espacio público de interrelación social y construcción política. Hoy en día, el mundo al que asistimos es uno en el que el Internet se convierte en una herramienta necesaria para el desarrollo de actividades económicas, comerciales, políticas, informativas, es decir, para todo tipo de actividad y por tanto de activismo. Gran parte de la vida privada de los ciudadanos del mundo, incluso en países en vías de desarrollo, tiene lugar en los portales web, donde se facilita, no solo el acceso a información, sino todo tipo de actividades: transferencias bancarias, correspondencia eficaz e inmediata, pagos de cuentas por servicios públicos.
La tecnología establece en el planeta un nuevo orden social acortando las distancias y fronteras entre países y continentes, disminuyendo (por no decir eliminando) los tiempos y sobre todo logrando transmitir todo tipo de información a cualquier persona en cualquier parte del mundo. La inauguración de la Era de la Informática produce cambios en la cultura de las sociedades y por ende, en la mentalidad de la gente, es decir, marca un antes y un después en las telecomunicaciones sociales y las relaciones humanas.
Además, como resultado de este fenómeno, estamos replanteando los alcances del espacio público y asumiendo el reto de convertir al Internet y a las demás posibilidades que la tecnología ofrece, en especial las redes sociales, en herramientas de participación ciudadana.
La Democracia y Libertad en el espacio digital
El fenómeno más importante se da con el aparecimiento de las redes sociales, que en principio eran absolutamente simples y esencialmente domésticas. De hecho, el momento de quiebre llega cuando Mark Zuckerberg decide crear Facebook y Jack Dorsey da vida al Twitter, ambos sin imaginar la magnitud global e histórica que tendrían sus innovadores inventos.
La idea de la plaza griega en donde Sócrates llevaba a cabo las más importantes disquisiciones de su tiempo en el campo político, existencial, filosófico, cultural o artístico, es nuevamente edificada en su magnitud más amplia, englobando los aspectos comunicativos, informáticos, de interrelación y recreación interpersonal, así como de construcción democrática.
La esencia de esta construcción democrática que surge a razón de la Era Informática, en general, y de las redes sociales, en particular, es que el convivir democrático se da, en estos espacios, a partir de la práctica cotidiana, sin necesidad de profundas teorías y con mínimos consensos de rigor.
La gente alrededor del mundo ha retomado la lectura y la escritura, fundando tal vez un nuevo género literario cibernético, que se basa en la comunicación interpersonal –característicamente confesional– y la permanente expresión pública en el sentido más amplio del concepto.
Facebook se consolida como un espacio que carece, absolutamente, de censuras, restricciones y limitaciones gubernamentales, religiosas, partidarias o gremiales, fomenta la discusión desde los temas más vánales del ámbito personal hasta los trascendentales de la esfera pública-política de incidencia local, nacional y, por supuesto, mundial. Por otro lado, Twiteer fortalece también ese mismo ámbito de discusión del debate democrático, la construcción de identidades y consensos, pero además se convierte en el medio de comunicación instantánea por excelencia, en donde las cuentas de los gobiernos, transnacionales y políticos, están al mismo nivel que la de los ciudadanos comunes.
El internet es una red de fin a fin sin controles ni mediadores, solo de usuarios. Es preciso, en este punto, citar la problemática que despierta la enciclopedia Wikipedia. La discusión se centra en la confiabilidad o no de la fuente sobre el contenido de la información que contiene este portal, esto nos plantea la validez del conocimiento producido de forma comunitaria. Wikipedia no es más que un esfuerzo por construir conocimiento no controlado ni censurado, es una fuente de información descentralizada. En estos momentos, desde nuestra perspectiva ética, suena una cuestión que podría relacionarse a lo anti-académico, pero debemos entender al fenómeno cultural en relación al tiempo, Wikipedia es ahora la principal fuente de información alrededor del mundo. Y este ejemplo de estructuras más horizontales es el que debemos seguir para construir una Democracia Digital incluyente y plural, que no excluya ni discrimine pensamiento o posiciones.
Llegó el momento de hablar de que esta Democracia Digital debe ser un eje transversal en las agendas de los políticos, funcionarios públicos, candidatos, pero sobre todo, de las organizaciones políticas que incentivan la participación ciudadana. Grossman, uno de los grandes especialistas en el ejercicio de los derechos ciudadanos por medios digitales afirma que la participación política en este momento tecnológico se encuentra dentro de la “República Electrónica.” Del mismo modo el politólogo estadounidense, Robert Dahl, complementa esta idea de modernizar nuestros conceptos de democracia para que avance al ritmo que avanza la humanidad, y lo hace proponiendo cinco criterios fundamentales: 1.- Participación Efectiva, 2.- Igualdad Política Superando la Brecha Digital, 3.- Entendimiento Ilustrado, 4.- Control de la Agenda por Parte de los Ciudadanos y 5.- Inclusión como Garantía de Igualdad Básica en Oportunidades. Esta Democracia Digital está en permanente evolución; en primer lugar vemos que la presencia en línea de páginas oficiales constituye un contacto directo con los ciudadanos. En Ecuador incluso los jubilados necesitan del Internet para poder acceder a sus fondos de reserva en la página web del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Cada día encontramos mayor cantidad de información, es decir, mayor disponibilidad de lo que se refiere a legislación, documentos, formularios y solicitudes. El servicio que se puede ofrecer a la ciudadanía por el Internet es mucho más óptimo que el servicio público al que estuvimos acostumbrados en el pasado, goza de mayor rapidez, dignidad, opciones y aplicaciones, y en consecuencia, mejores resultados para la comunidad.
Las estructuras de Estado están obligadas a abrirse en medio de esta nueva era digital y es el mismo gobierno el que, a través de estos espacios, redefiniendo sus procedimientos debe promover participación ciudadana, involucrar a las personas en la toma de decisiones y rendir cuentas permanentemente. La tecnología y el “gaming”, entendido en su alcance más amplio como el ejercicio de la vida cotidiana en el internet, vinculan más directamente a la ciudadanía con su país, con sus ciudades, con su comunidad.
Entonces, al hablar de un espacio de discusión y expresión también estamos hablando de un espacio de construcción de identidades alternativas y creativas, es decir, de democracia participativa e incluyente. Cuando nos referimos a una dependencia de la tecnología debemos entender también que es posible que esa misma tecnología nos acerque más a la libertad, es por eso imprescindible que el acceso a Internet sea considerado como un derecho ciudadano y una política pública de los Estados. Según diversas mediciones, el acceso a Internet crece en el Ecuador a un promedio anual de 20%. Todavía estamos lejos de afirmar que el acceso a internet es masivo y universal en el país, pero cada día es más cierto que los estudiantes de todas las edades aprenden a dominarlo y utilizarlo como mecanismo de investigación e instrumento de estudio, así como profesionales de todas las áreas, incluso del sector público, lo utilizan como herramienta de trabajo. Entonces estamos frente a la evidencia de que el libre acceso a información y conocimiento relaciona directamente a las libertades individuales y colectivas de la ciudadanía con la tecnología y el “gaming”, estos últimos comprendidos dentro del concepto de espacio público.
¿Instrumento para la participación?
La Democracia Digital se desarrolla en el ciberespacio, conservando y practicando los principios de la democracia participativa. Pero, ¿a eso se limita el alcance de Ciberpolítica? ¿La democracia digital no puede expandirse al ámbito de la realidad material de las sociedades? La respuesta a estas preguntas, las podemos encontrar en los periódicos y noticieros de todo el mundo en relación a la cobertura de los acontecimiento de Medio Oriente y el Mundo Árabe. Es decir, el otro ámbito de acción de la Democracia Digital es la realidad política, de carne y hueso, de las sociedades alrededor de todo el mundo.
El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en su artículo La Libertad y los Árabes señala que “el movimiento popular que ha sacudido a países como Túnez, Egipto, Yemen y cuyas réplicas han llegado hasta Argelia, Marruecos y Jordania es el más rotundo desmentido a quienes, como Thomas Carlyle, creen que "la historia del mundo es la biografía de los grandes hombres". Las palabras del escritor e intelectual peruano, indiscutiblemente, relatan el resultado de esta Democracia Digital incipiente: movimientos políticos –principalmente juveniles– que han dejado en el pasado el personalismo caudillista característico de los regímenes autoritarios y de nuestros modernos populismos, para dar paso a un liderazgo colectivo.
Incluso, estos fenómenos sociales, nacen como movimientos laicos, en países donde hablar de laicismo es cuestionar la estructura constituyente de Estado, por su carácter autocrático y confesional. El factor que explica todas estas circunstancias radica en un hecho meramente generacional, la “ciberjuventud” que ha crecido en la primera década del siglo XXI, es una generación de la informática, que debido al entorno comunicacional en el cual han crecido y se han desarrollado, tienen la facilidad de quitarse los tabúes y dogmas de sus propias culturas para abrirse paso en medio de un mundo globalizado que vive en permanente cambio, en el cual, dictadores como Gadafi, máxima representación del viejo régimen despótico, no logran conciliar el sueño mientras el Medio Oriente, irrenunciablemente, abre por fin los ojos.
Mucho se ha debatido analíticamente en el mundo sobre estos procesos liberadores, algunos, como el analista Moisés Naím, afirman que los blogs, las redes sociales y las filtraciones de wikileaks –que debelaron la corrupción nauseabunda de estos regímenes autoritarios- no fueron necesariamente determinantes en el estallido de las revoluciones en Medio Oriente. Para Naím el hastío de la población sumida en la insoportable desigualdad y pobreza, conjuntamente con el decisivo sentimiento de inconformidad de las Fuerzas Armadas en países como Túnez y Egipto, son las circunstancias que permitieron el quebrantamiento del orden establecido. Sin embargo, incluso bajo este argumento, vemos que las herramientas que la informática provee, especialmente las redes sociales, pueden convertirse en herramientas que coadyuvan y ofrezcan facilidades, tanto a la organización de movimientos libertarios y democráticos de iniciativa civil, como a proyectos políticos en sociedades democráticamente constituidas.
Podríamos pensar que en medio de la llamada Era de la Informática el acceso a información es un derecho indiscutible e irrenunciable pero hace un año conocimos un polémico conflicto entre una potencia comercial y económica asiática y el buscador cibernético Google, el cual constituye un debate sobre las libertades individuales y la democracia. El hecho es que frente a la autoritaria y desprovista posición oficial del gobierno de Pekín, Google decide desmantelar su portal de navegación en China a fin de cesar la censura en los servicios de búsqueda, los cuales fueron redirigidos a un portal de navegación radicado en Hong Kong hasta llegar a un acuerdo. Anteriormente a este acontecimiento, mientras estuvo vigente el buscador de China, el gobierno de ese país intervino las cuentas de correo electrónico gmail de varios activistas opositores chinos para vigilarlos y algunos de ellos terminaron en prisión. Quisieron ocultar las verdades bloqueando las búsquedas de términos como “Protestas de Tiananmen” o “Dalai Lama”, así como los blogs de agrupaciones opositoras. Las preguntas claves para entender la democracia, el “Gaming” y la tecnología en este preciso caso acontecido, que representa algunos otros, son: ¿Qué pretenden imponer aquellos gobiernos que anteponen la libertad del mercado y los capitales sobre las libertades fundamentales de los ciudadanos? ¿Qué intentan ocultar? ¿A qué le tienen miedo? ¿A la verdad quizá?
Es por eso que la intervención gubernamental se vuelve abominable en lo que se refiere a acceso a información virtual y al desarrollo de la democracia digital. A partir del 11 de Septiembre del 2001, los Estados Unidos de la administración Bush intentaron imponer en el mundo la idea de que “el que nada debe nada teme” y que la condición de la seguridad nacional antiterrorista es la posibilidad de seguir desde el Estado a los ciudadanos, sistema en el cual, por principio, todos son sospechosos. Se pretendió vigilar las actividades privadas, en consecuencia se violó la privacidad inviolable de correos electrónicos personales que deben ser considerados como cualquier otro tipo de correspondencia. El Internet debe ser todo lo contrario, estamos hablando de construir un espacio para el desarrollo de la geopolítica y también el libre comercio del conocimiento.
Una noticia recorrió hace meses varios portales de Internet donde se informa sobre la sentencia del juez italiano Oscar Magi, quién desde su juzgado en Milán determinó que “no puede existir pradería sin límites de Internet donde todo está permitido y nada puede prohibirse.” Esta resolución está motivada en contra de tres dirigentes de Google, que fueron condenados febrero del 2010 a seis meses de prisión por violación de la privacidad, esto debido a que no evitaron la publicación del video en el que un adolescente minusválido era insultado y agredido por sus compañeros de escuela. Más allá de la crueldad y el apasionamiento que este caso pueda despertar, la discusión debe centrarse en el principio fundamental de la libertad de Internet como factor vital para las democracias mundiales. Y en este preciso caso, el real problema no es la morbosidad de los cibernautas, sino que se pretendió judicializar la omisión de funcionario de google al no ocultar la deshumanización y miseria de espíritu de un grupo de adolescentes, lo cual constituye una verdad que no se puede ni se debe ocultar con una sentencia judicial.
El Internet como medio de comunicación es independiente y pluralista; las redes sociales han sido los medios de comunicación que han servido constantemente, en diferentes regiones del planeta, para convocar a protestas y reivindicaciones públicas de grupos segregados contra el statu quo y su perversión. Pero no solo protestas, desde estos espacios y blogs se ha fomentado el contacto cultural, académico y político de cibernautas de todos los continentes para informar, opinar y articularse. En la web pueden coexistir las posiciones de quienes ejercen el poder y de los medios de comunicación opositores, pero no se limita a eso: están también las opiniones del ciudadano común que no goza de cargos públicos y que no es tomado en cuenta por los medios de comunicación tradicionales con sus exclusivos intereses y sus agendas. En el Internet se puede ejercer el periodismo y precisamente es este espacio el que perdura frente a las pretensiones de censura que se pretenden imponer por quienes creen ser los dueños de las verdades alrededor del mundo. Por eso no es entendible cómo mientras el Medio Oriente - región históricamente amedrentada en cuanto a la libertad de información - está logrando reivindicaciones fundamentales en cuanto a las libertades civiles, en otros lugares del mundo, como Venezuela, Argentina, Nicaragua, Bolivia o Ecuador, se apuesta por legislaciones para censurar la información, a pesar de ser parte de un continente que protagoniza un despertar democrático en países como Brasil, Uruguay o Chile, donde la institucionalidad y el Estado Constitucional esta sobre las ambiciones de poder.
Es en este contexto regional y, sobre todo, mundial, en donde las redes de la informática están desarrollando su capacidad para convertirse en espacios donde se pueda mejorar la vida de las poblaciones, estableciendo mecanismos de lucha, garantía y vigilancia de los derechos humanos y libertades fundamentales.
Dinámica política de la Era de la Informática
La humanidad y, por tanto, todos sus sistemas, especialmente los políticos, jurídicos, económicos, y culturales, están en permanente evolución y replanteo. La tecnología, que en principio se asumió como un resultado de la ciencia y el ingenio humano, también se ha podido convertir en medio para mejorar el nivel de vida de la población en todos los aspectos.
Si bien todos los avances de la tecnología han logrado incidir en cuanto a las relaciones políticas e incluso la construcción democrática, como la imprenta, la electricidad y las telecomunicaciones; el internet y las redes sociales, tienen un mayor incidencia para expandir, en el ámbito de la vida privada, los alcances de la democracia.
Entonces las siguientes preguntas que debemos realizarnos son: ¿Es el Internet un mecanismo para combatir la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo? ¿De qué manera podemos utilizar la tecnología digital para acabar con la inequidad social? Probablemente las respuestas a estas preguntas son varias, pero principalmente hay que decir que la Era Digital, inaugurada por la telecomunicación satelital, el Internet y la tecnología, significa la democratización de la información y de la participación ciudadana.
En la primera década del siglo XXI los espacios de participación ciudadana han mejorado, se han incrementado, incluso llegan a ser más efectivos y más interactivos que la democracia institucional en virtud de que goza de mayor conexión con la vida diaria y cotidiana de la gente, está presente en los hogares de la ciudadanía. Incluso las Naciones Unidas en el año 2008 realizó un estudio sobre el estado de los gobiernos digitales en el mundo tomando en cuenta parámetros de comunicación, servicios y acceso a Internet.
Los actores políticos y las organizaciones políticas que pretendan tener éxito en este siglo deben contemplar como indispensable la participación dentro de la llamada democracia digital, consolidar una militancia virtual que delibere y construya planteamientos políticos para ser debatidos en el marco de las discusiones trascendentales de las naciones. Lo urgente es, al igual que los blogistas de Medio Oriente, proclamar la construcción comunitaria a través de las posibilidades que ofrece el Internet y la tecnología; es necesario que los partidos y movimientos confíen en el éxito de escuelas de formación virtual para su militancia y para la ciudadanía, lo cual supone también desarrollar herramientas de navegación cibernética como mecanismos para una comunicación ágil e incluso para la toma de decisiones. Debemos avanzar hacía un activismo virtual contundente, avanzar en los esfuerzos de reivindicar y recuperar la plaza, para que constituya un espacio de reencuentro ciudadano, de debate, diálogo y discusión. Un espacio en donde podamos expresarnos, opinar, combatir nuestras posiciones en el margen del respeto y la tolerancia, y, de esta manera, construir democracia en todos los espacios de nuestra vida.
Entonces, la tecnología, el “gaming”, la construcción de la llamada Democracia Digital y las constantes rupturas del imaginario social, se conectan directamente con nuestras libertades civiles, indispensables para vivir en Estado de Derecho y desarrollar un proyecto de vida, pero sobre todo, para llevar a cabo un proyecto de activismo colectivo que pueda incidir en la política de los países y del mundo. Las redes sociales, los blogs y las enciclopedias virtuales pueden y deben convertirse en ese espacio público que sea la base de nuestros sistemas democráticos, así como en herramientas de participación ciudadana. Es innegable, la democracia cada vez se consolida más como un ideal irrenunciable, se convierte en una palabra cada vez más cercana a nuestra naturaleza, al diario vivir, a la esencia de nuestra humanidad. Hablo de una democracia que es el despertar y la esperanza eterna de nuestra civilización.
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