31 mar 2011

EN DEFENSA DEL CONDÓN


Por Miguel Molina Díaz

Según los investigadores, la primera civilización en experimentar la puesta en marcha de métodos anticonceptivos fue la egipcia, hace por lo menos un milenio antes del comienzo de la Era Cristiana. Desde entonces, notables hombres de la medicina han aportado con propuestas paradigmáticas para lograr un anticonceptivo seguro y uno de ellos fue el Doctor Condom, médico personal del Rey Carlos II de Inglaterra, quién contribuyó con el nombre del más famoso y efectivo preservativo de todos los tiempos.

Ya en las primeras décadas del siglo XX, el uso del condón se perfila como un fenómeno global y con la aparición del VIH/SIDA a finales de los 70s, se convirtió en un tema de responsabilidad. Sin embargo, cuando en el Ecuador del presente se habla de la posibilidad de colocar dispensadores de condones en los colegios como parte de una campaña de educación sexual y prevención, no falta quienes pongan el grito en el cielo, organicen marchas y se tomen los medios de comunicación esgrimiendo palabras como: promiscuidad, valores morales, fidelidad, abstinencia…

En medio de un país socialmente incapaz de abandonar sus prejuicios y estereotipos, se persiste en eludir la necesidad de hablar abiertamente y sin tabúes sobre la sexualidad. En Ecuador la realidad es muy distante a lo que creen quienes arremeten en contra del condón: la actividad sexual comienza en promedio a los 13 o 14 años, generalmente sin el conocimiento y mucho menos el consentimiento de los padres; una de cada cuatro adolescentes está embarazada y -¡como no podía ser de otra manera!- la gran mayoría de adolescentes no ha recibido educación sexual y menos aún información sobre métodos anticonceptivos. Además, para recrudecer nuestros datos, según ONUSIDA, en este momento, alrededor de 33.3 millones de personas viven con VIH en el mundo.

Ante esta compleja realidad de hipocresía que impera en nuestra sociedad, lo realmente revolucionario es concebir al condón como un símbolo de emancipación política y de derechos civiles en contra de un Statu Quo inquisidor. Estamos frente a la posibilidad de replantear –gracias a la discusión sobre condones– los roles de género, el carácter laico del Estado, los sistemas educativos, las libertades, la confianza en una juventud estigmatizada y sujeto de todo tipo de prejuicios. En el Ecuador de hoy el condón supone el frente de lucha de una generación que está llamada a romper paradigmas y fundamentalismos.

Debemos reivindicar al condón. Defenderlo de los grupos como Pro Vida y su desconocimiento de las estadísticas de embarazo no deseado. Es necesario defenderlo de las organizaciones religiosas que no ven la importancia de prevenir enfermedades de transmisión sexual. Es urgente defenderlo de quienes satanizan la relación sexual y el entendimiento del propio cuerpo. Es imprescindible que todos lo defendamos en reconocimiento de nuestra libertad de elección y decisión, para que no nos impongan su moral de vida y sus miedos. Tenemos que defender al condón de los mojigatos, de los cobardes, de la hipocresía social y de quienes piensan que el gobierno debe darnos lecciones de moral y fidelidad. ¡Que se defienda a los condones de quienes pretenden coartar nuestros derechos a la salud, educación, información y a que el Estado nos facilite prevención!


*Aula Magna - Publicación Mensual de la Universidad San Francisco de Quito.

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