4 jul 2012

PARAGUAY INC.



Miguel Molina Díaz

La destitución del presidente Fernando Lugo de Paraguay ha sido el tema principal a lo largo y ancho del continente. En tan solo 24 horas el Congreso paraguayo realizó la acusación (por parte de la Cámara de Diputados), valoró la prueba en el Senado, concedió 2 horas para la defensa del Jefe de Estado y decidió cesar en sus funciones a Lugo. Seguramente uno de los juicios políticos más rápidos de la historia.

La institución jurídica del juicio político es una garantía del derecho constitucional para realizar el control político en el sistema de pesos y contrapesos. Desde 1979, cuando se inauguró la democracia ecuatoriana, las destituciones de los presidentes no han respondido al juicio político sino a la declaración de incapacidad mental y del abandono de cargo. Los procesos de juicios políticos, en sistemas democráticos maduros, pueden demorar largos meses, jamás 24 horas. Pero esas son, a fin de cuentas, artimañas procesales. Lo de fondo es la democracia. Y la madurez política.

Es verdad, los presidentes deben ser cesados en sus funciones cuando incurran en gravísimas violaciones a la constitución, a los derechos humanos, cuando sean encontrados en delitos flagrantes. Ese es, o debería ser, un derecho primordial de los ciudadanos de todos los países.

Pero no es justificable que legisladores, contrarios al Jefe de Estado, cambien de un día a otro el gobierno de un país, sin argumentos ni legales ni legítimos, tan solo pactando entre partidos, sumando apoyos, caprichos y votos. En el caso de Lugo se violó temerariamente los principios del debido proceso. No es cierto que con el juicio político se aplicó la constitución, por el contrario, desmantelaron el procedimiento legal prostituyendo la institución del juicio político.

El riesgo es el establecimiento de una dictadura de partidos, como la que hubo en el Ecuador hasta hace poco. Y este tipo de procedimientos, que violentan las leyes, llegan a colapsar y dan paso a gobiernos populistas, duraderos y, sobre todo, autoritarios. En fin, pésimo ejemplo el de Paraguay.

*Diario La Hora

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