21 mar 2009

EL VOTO ADOLESCENTE



Por Miguel Molina Díaz

Los adolescentes entre 16 y 18 años de edad estamos a punto de asistir a las primeras elecciones en las que podemos ejercer, de forma facultativa, nuestro derecho al sufragio. Pero, ¿cuáles son los alcances y las implicaciones de nuestro voto? En primer lugar, estoy convencido de que el Ecuador cuenta con una juventud pensante y critica que se interesa en el provenir del país pero que, al mismo tiempo, pertenece a una sociedad prejuiciosa que constantemente pone en duda nuestra capacidad intelectual y moral para expresar nuestra voluntad política. Con la nueva Constitución de Montecristi, las estructuras del Estado comenzaron a integrar a los jóvenes, sin embargo el imaginario social del establishment nos induce a seguirnos considerarnos como personas de poca confianza. En este escenario la posibilidad de votar, más allá de una acción política, se convierte en el desafío para que los jóvenes demostremos nuestro compromiso con la nación y nuestra capacidad de deliberación y dinamismo en los temas que envuelven a la sociedad. Los candidatos a las diferentes dignidades están en la obligación de dirigir sus propuestas también hacia nuestras necesidades e intereses en un lenguaje claro y sin demagogia. Del mismo modo, las autoridades electorales y gubernamentales deben garantizarnos la posibilidad de acceder a información veraz y concisa sobre los candidatos y sus propuestas, así como también la forma en que se realizará el proceso electoral para quienes, por ser su primera vez, no cuentan con los datos suficientes. Debe quedar en claro que las personas que usen la infraestructura escolar para realizar proselitismo o que en ese espacio intenten manipular e inducir un voto obligado a los adolescentes serán sancionadas. En el Ecuador estamos frente a la oportunidad de construir un nuevo país en donde las opiniones y exigencias de los adolescentes cuentan y pesan. Durante décadas las decisiones fueron tomadas por un grupo selecto de notables de edad avanzada y los resultados no son nada vanagloriosos. En este tiempo de cambio y ruptura de paradigmas, ¿habrá llegado el momento preciso para incluir en la historia a la juventud del país? ¡Claro que sí! Entonces, hablo por los adolescentes que trabajan para mantener a sus familias y por aquellos que se quedaron a cargo de sus hermanitos cuando sus padres migraron; hablo por las madres adolescentes que luchan por sostener a sus hijos y tuvieron que abandonar sus estudios; y también hablo por los rockeros y tantas otras culturas urbanas que se las han jugado por la ciudad pero que han sido estigmatizados por quienes pretenden imponer sus estereotipos. Hablo por los adolescentes que utilizan su cuerpo, su forma de vestir y su apariencia para expresar su pensamiento y su forma de entender la vida; hablo por los que nos creemos capaces de votar desde los 16 y hablo por los jóvenes idealistas que nunca perderemos la capacidad de indignación frente a lo injusto. ¡Por todo eso y mucho más vamos a votar!

miguelmolinad@gmail.com

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