6 dic 2009

MENSAJE EN EL PROGRAMA DE FIESTAS DE QUITO


Buenos Días a todos:

Alguna vez supe de una ciudad mágica, increíble, llena de significado, supe que existía en lo alto de las montañas y volcanes de la Cordillera de los Andes y supe también que su gente estaba loca. Me dijeron que las torres de sus iglesias se perdían en lo alto de las nubes, esa ciudad estaba dotada de un estilo barroco que era igual al alma de su propia gente: llena de alegría, originalidad y endereza. Escuche un sinfín de leyendas y cuentos fantásticos sobre personajes que habían dejado sus huellas en las delgadas calles de esa ciudad, como un constructor indígena que pactaba con el diablo en persona o un sacerdote que se iba de farra sin importarle los reclamos del mismísimo Dios. Pero también me dijeron que esa ciudad estaba dormida, su población dormía en el sueño profundo que le provocaba la altura, el soroche de los Andes, y por eso todos vivían en el delirio y la locura de prejuicios, costumbres e hipocresías.

Sin embargo a veces esa población adormecida se despertaba, habría los ojos y cuando recuperaba la conciencia, hacía que el mundo entero tiemble a su paso. En esa ciudad habitaban duendes, uno de ellos era medico, periodista, bibliotecario, escritor… A Eugenio los más de 2 mil metros sobre el nivel del mar no le hacían delirar, por eso, cuando encendió la llama de la luz libertaria en medio de la oscuridad opresora de la colonia, esa llama se sintió en toda América como un Grito encandecerte que clamaba independencia y libertad. Ese aullido fue el primero de ese estilo en el continente. Después, cada cierto tiempo los habitantes de la ciudad dormida se despertaban para poner fin a tiranías y emprender sus sueños. Lo cierto es que esa gente había heredado la sangre de sus leyendas, la sangre de un tal Rumuñahui, un general indio que prefirió incendiar aquella mágica ciudad antes que permitir que cayera en manos de sus enemigos. Ese indio, al igual que el duende Eugenio, era un forajido y estaba loco. Por eso todos los habitantes de ese romántico y trágico lugar también lo estaban.

Absolutamente incrédulo me aventure en la búsqueda de esa ciudad llena de fantasías, y solo me bastó con abrir los ojos para descubrir el espejismo que Quito provoca estando situada tan cerca del cielo, de las nubes y las estrellas. Ese cielo enamorado se extiende rojo de furia sobre las montañas y las cabezas de las miles de vidas que habitan la ciudad dormida. El espíritu de la ciudad conserva una capacidad de asombro tan fuerte que enloquece a sus habitantes, nos hace perder la razón y nos condena a disfrutar de un Quito que forja la historia política de un país y de un Quito del que no podemos escapar porque somos parte del espíritu de esa ciudad llena de magia.

El Consejo de Alumnos les da la más cordial bienvenida al Programa que hemos organizado con motivo de la fundación española de nuestra ciudad, hace 475 años. Esperamos que todos ustedes, compañeros queridos, disfruten de este evento y tomen la decisión de que el delirio que nos adormece no sea eterno, como es la belleza de nuestra urbe, sino que seamos capaces de abrir los ojos para construir la historia forajida que nuestro Quito y nuestro país se merecen.

Alguna vez pensamos que Quito era un sueño tan hermoso que apenas podíamos pronunciar su nombre para no despertar y apenas podíamos tocarla con las yemas de los dedos para no dejar de sentirla, hagamos que ese sueño de libertad, que es Quito, sea parte de nuestras vidas.

Miguel Molina Díaz
Presidente del Consejo de Alumnos

No hay comentarios: