25 oct 2008

CARTA A UN TODO LLAMADO ECUADOR



















Bar Harbor - Maine, 28 de Septiembre del 2008

Querido Ecuador:

Hoy, 28 de septiembre del 2008, a las 11:03 de la noche, siento la imperiosa necesidad de escribir esta carta para expresar una emoción que me desborda, luego de la intensidad de la jornada vivida hoy. Pasaron 178 años desde aquel remoto 13 de mayo de 1830, cuando los conspiradores que traicionaron a Bolívar decidieron fundar el Ecuador. Creo que es oportuno – por no decir indispensable - resumir lo que han sido décadas dedicadas a descubrir el enigma de la nacionalidad ecuatoriana. Casi un siglo después, el primer hombre a quien se le ocurrió que Ecuador podría ser un país, terminó quemado y arrastrado por conservadores mojigatos en las calles de Quito. A pesar de ese precedente nefasto, la búsqueda de nuevos significados y contenidos se ha vuelto urgente. Por eso hoy amanecemos en un país distinto.

¡GANAMOS! Claro que lo hicimos. Con el esfuerzo de mucha gente y de muchos sectores. Ganamos con un amplio margen a pesar de la campaña de miedos y temores de una parte minúscula y elitista de las iglesias Católica y Evangélica que, junto a políticos oportunistas despertaron cucos garcianos para dizque darnos lecciones de moral. También ganamos a pesar de los medios de comunicación que demostraron una oposición dogmática al proyecto constitucional; poco o nada influyó el pronunciamiento de Carlos Vera en la decisión de la gente, puesto que el porcentaje de votos nulos es irrisorio. Sobretodo, ganamos a pesar del “establishment” y sus representantes caducos, quienes usaron los más bajos pretextos para convencer a los electores de que la nueva Constitución es abortista, hiperpresidencialista, chavista y hasta “pachamamista”. Sin embargo, a ellos les debemos mucho: si no fuera por gente como Blasco Peñaherrera Padilla, por citar un ejemplo, no nos habríamos dado cuenta de la calidad humana de quienes dicen defender el Estado de derecho y la institucionalidad, cuando lo que defienden son sus intereses personalísimos. Lo pongo a él como referente del pasado, ex vicepresidente de “todos” los ecuatorianos, abogado defensor de multinacionales en desmedro del país, y que, además, declaró que los adolescentes somos mentalmente incapaces (yo tengo 16 años) para ejercer el sufragio. Perdón, ¿no fue durante ese régimen que se produjo el caso Restrepo? En fin, podría seguir con incontables ejemplos de defensores del “establishment”, como el coronel demagogo que exhortaba al voto por el NO, y que seguramente es el as que ese “establishment” tenía bajo la manga. Son ejemplos que nos demuestran que estamos en la línea correcta.

Pero lo de hoy, más allá de ser una Victoria aplastante, nos tiene que conducir a comprender que, como pocas veces en la Historia, la gran mayoría del pueblo nos otorgó a los que estamos por el cambio, la responsabilidad de demostrar que el Ecuador que comienza hoy es un país diferente. Difícil tarea como para dejarla únicamente en los hombros de Correa. Que nadie se haga el quite porque el cambio comienza, primero, en creer que es posible y, segundo, en comenzar a trabajarlo. Y es que hace un poco más de 3 años, cuando el cardiólogo frustró nuestro deseo de que se fueran todos, parecía imposible que un proceso constituyente de tal magnitud se realizara con legitimidad. Eso si, le debemos al liderazgo de Correa la viabilización de la gran tarea de concretar un cambio clamado durante tantas décadas de denigración republicana. Definitivamente, el Ecuador del siglo XXI es uno
que vence y construye.

Por hoy, solo por hoy, de la partidocracia solo quedan cenizas fétidas, que no alcanzan a borrar las pruebas de todos los abusos que cometieron. Este 28 de septiembre es la culminación de una parte fundamental del proceso de cambio: establecer reglas de juego más justas y democráticas. Sin embargo, ahora comienza otra etapa incluso más difícil, que es construir el gran Estado Constitucional de Derechos y Justicia con la Nueva Constitución y, sobretodo, demostrar que ésta es el primer paso a un cambio radical y profundo que tiene como objetivo el verdadero bienestar de la sociedad ecuatoriana.

Eso es todo, es la 1:14am del 29 de septiembre del 2008, y muchísimas ideas se me han escapado antes de ser plasmadas en esta carta que va dirigida a un Todo, llamado Ecuador, del cual me siento orgulloso se ser parte. No cabe duda que hoy demostramos nuestra capacidad de emprender y escribir nuestra propia historia sin la necesidad de que vacas sagradas de apellidos notables nos dicten el destino de nuestros días. Siento la aurora de una madrugada lejos de mi patria, entre las hojas rojizas de los arboles otoñales, y no puedo, ni debo, terminar de escribir esta carta sin expresar mi agradecimiento profundo y eterno a todos los adultos que votaron por el Si – entre ellos a Rafael Correa – porque me demostraron que es posible seguir siendo joven por siempre y nunca perder la capacidad de transgresión y asombro.

Como diría Neruda “a lo lejos alguien canta, a lo lejos…” porque estoy seguro que los 270 mil kilómetros cuadrados de patria altiva y soberana están de fiesta, y que pronto regresaré al nuevo Ecuador, aquél que siempre soñé, pero con el compromiso profundo de continuar luchando por este proceso de RUPTURA de esquemas y construcción de bienestar, porque repito, esto es solo el inicio.

Un abrazo,

Miguel Molina Diaz
Bar Harbor - Maine