30 jul 2008

LA IGLESIA Y LA CONSTITUCIÓN

Por: Miguel Molina Díaz


















Comenzamos la semana con el pronunciamiento de la Iglesia Católica sobre el proyecto de Constitución que se someterá a referéndum el próximo 28 de septiembre. Por un momento pensé que la historia del Ecuador se quedo quieta en algún momento oscuro del siglo IXX o mucho antes, porque mientras miraba el vestuario lúgubre de los obispos, percibía en ellos un autoritarismo similar – o igual - al que prohibió la venta del libro Mercurial Eclesiástico al ambateño Montalvo. Y es que los voceros de la Iglesia se expresaban con una prepotencia igualita a la de los que, siglos atrás, defendían la Santa Inquisición y perseguían a Galileo. Talvez porque no han cambiado. Parecería que para ellos la mujer sigue siendo un simple órgano reproductor y esa es una verdad tan fundamentada como cuando decían que era pecado decir que la tierra es redonda. Ahora dicen que emprenderán una “gran catequesis” porque encuentran “incompatibilidades no negociables de esta Constitución con la fe católica” respecto al estatismo, al aborto y a la unión entre homosexuales. ¡Que cínico suena que nos hablen de estatismo los que pretenden que el Estado regule el cuerpo y la sexualidad de las mujeres! Encuentran ambigüedad en el texto respecto al derecho a la vida y al concepto de familia. Sin embargo el texto constitucional propuesto especifica en los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes: “El Estado reconocerá y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción.” La supuesta Constitución abortista no es más que uno de los tantos pretextos utilizados por la derecha conservadora, en su ciega oposición al cambio. Pero lo más lamentable es que, sumergidos en sus miedos, intentan manipular la conciencia de los creyentes para conducirlos a un sufragio polarizado. Desconocen que la nueva Constitución no solo garantiza la vida biológica sino también vida con dignidad y bienestar. Con esto comprobamos que el Status Quo no solamente se articula con los partidos tradicionales, sino que su ingerencia social está en una difusión de miedos, temores y sobretodo de prejuicios por parte de los entes religiosos, incluso han tenido el atrevimiento de imponer sus estereotipos de familias y juzgar como anormales ha aquellas familias que no son compatibles con sus convicciones retrogradas. Seguramente este es el inicio de otra “guerra santa” que, como antes, tiene el descaro de usar su infraestructura religiosa para realizar su campaña política y en eso se incluye la Iglesia Evangélica. Se olvidaron de Eloy Alfaro y de su lucha por separar al estado de la iglesia, tampoco entendieron la intervención del padre Fernando Vega cuando esgrimía su voto laico en la asamblea constituyente a favor de la Constitución: “La Constitución no debe ser ni católica ni atea, debe ser democrática.”


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22 jul 2008

UNA CONSTITUCIÓN PARA LOS JÓVENES

Por: Miguel Molina Díaz














Cansancio, sueño y agotamiento fue la antesala para la aprobación del articulado final de la nueva Constitución. Era entre la noche del viernes 18 y la madrugada del sábado 19, cuando una emoción sin precedentes me desbordaba. Después de una maratónica sesión de 19 horas, donde se trataron alrededor de 105 reconsideraciones, llegó el momento esperado por tantos años y fue de tanta intensidad que incluso surgieron lágrimas en asambleístas como Rosana Alvarado quién, llena de alegría, decía que no pensaba que su generación lograría ser testigo de este cambio tan importante para la juventud. Debo confesar que yo también soñé con este momento como una utopía y es que hace dos años, en plena era de la troncha y componenda, parecía imposible que una Asamblea Constituyente se planteara como un ente cuestionador y transformador de la realidad vigente. Y fue durante aquella desvelada del fin de semana pasado que, con los ojos entre abiertos y cerrados, volví a soñar. Soñé con la nueva Constitución. ¡El nuevo Pacto Social! Soñé que se hacia realidad el mencionado Estado Constitucional de Derecho para que nuestra Constitución sea ese Gran Acuerdo entre todos los ciudadanos y ciudadanas de todos los sectores. Soñaba con actores políticos refrescantes y honestos que dejaron atrás las viejas prácticas y la demagogia. Ellos no se cosían la boca, ni aparecían en videos pretendiendo comprar los votos y las conciencias de sus colegas de mayoría. Soñé con el Poder Ciudadano; las autoridades de control no eran escogidas por el congreso de los manteles sino por la Función de Control Social. Por un momento, pasó por mi mente una radiografía de memoria que me recordaba la inestabilidad política del país en las últimas décadas. Y, entre muchas cosas, recordé una camioneta de la cual nadie podía bajarse; legisladores que se autoproclamaron psiquiatras, un coronel que junto al movimiento indígena protestaba en las calles; después, actores políticos que desconocieron la voluntad de los “forajidos” y que se repartieron el poder posteriormente a la caída del coronel. Así que para contrarrestar el circo polítiquero ecuatoriano, soñé con la muerte cruzada. Un sistema en el que, si el Presidente disuelve el Congreso, tendría que irse también, pero llamando a elecciones generales. Y si el Congreso destituye al Presidente, también haría lo mismo: eso obligaría a consensuar. Mis sueños no se limitaron a lo político institucional, sino que trascendieron a las grandes luchas sociales y soñé que nuestros hermanos migrantes eran reconocidos con derechos de carácter constitucional y que desde lejos veían la posibilidad de regresar a una patria reconstruida. Soñé con una nueva forma de mirar el desarrollo y la economía en torno a las necesidades de la persona y no del mercado. ¿Hasta cuándo la libertad será exclusiva para el mercado y el flujo de capitales? Soñé con partidos políticos democratizados, con elecciones internas y primarias, para nominar y elegir a sus directores y candidatos. ¡Ya no eran las empresas electorales de algunos caudillos! Soné al puro estilo de Martin Luther King Jr. en su discurso de Washington, tan revolucionario y rebelde, con que los jóvenes eran actores importantes de la sociedad y a pesar de tener voto solo facultativo todos lo ejercían y debatían jugándose por el país. El Status Quo fue tan devastador en el país que nos metió en la cabeza a los jóvenes que realmente somos personas de poca confianza, sin embargo el Código de la Niñez y de la Adolescencia nos permite trabajar desde los 15 años. ¡Podemos aportar con trabajo a la sociedad pero no nos quieren dejar votar y ponen en duda nuestra capacidad ética de ejercer el sufragio responsablemente! Por último, soñé con justicia, educación y salud gratuitas para no vivir en un país excluyente donde solo algunos nacen con suerte. Soñé, soñé y no paré de soñar; cuando desperté, la televisión seguía encendida y los asambleístas cantaban el Himno Nacional, con lo que me decían que estábamos construyendo juntos parte de mis sueños y anhelos en la Nueva Constitución, que he confirmado, sí nos cambiara la vida.

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15 jul 2008

EL CASO ISAÍAS ES JUSTICIA

Por: Miguel Molina Díaz

















Después de 10 años, y por más increíble que parezca, se cumplió. La madrugada del martes, 8 de julio, la Agencia de Garantía de Depósitos inició la incautación de los bienes de la familia Isaías, en virtud de los 661 millones de dólares que los ex accionistas de Filanbanco debían al Estado. Y es que todavía es imposible olvidar el salvataje bancario de 1998, cuando el sistema financiero nacional colapsó por la irresponsabilidad de banqueros ambiciosos. El perjuicio a tantas familias ecuatorianas es uno de los capítulos más tristes de la historia del país y es algo que hasta hace poco, parecía que quedaría en la impunidad. Después de haber escuchado centenares de discursos cuya retórica manipulaba las esperanzas de miles de depositantes, teníamos la impresión de que todo estaba perdido y que en este país la justicia solo servía para los que podían comprarla. Sin lugar a duda, los hechos de la semana pasada no tienen referente en la historia y marcan un precedente que dignifica a muchos exclientes del desaparecido imperio financiero, incluyendo los que murieron al ver que su trabajo y los ahorros de toda una vida se perdieron. Y es que una elite (donde se incluyen políticos y empresarios) casi logra robarnos hasta las esperanzas, porque todo lo demás ciertamente ya nos lo había quitado. El más grande engaño de la historia del país causó, a finales de los 90, los daños más dolorosos y trágicos para la economía del ecuatoriano común. Para ese entonces, el Ecuador era una nación del caos y de los sueños rotos: números impactantes de ecuatorianos que se vieron forzados al éxodo y la clase política, que se suponía debía defender al pueblo, se convirtió en el más importante cómplice del atraco bancario. Un poco de memoria es urgente para recordar que la campaña del gobernante de ese tiempo fue financiado por banqueros y por ellos se jugó hasta las últimas cartas, llegando al punto de declarar el feriado bancario para proteger y salvaguardar los intereses de pocas familias. Dicen que la justicia tarda pero llega. Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Dicen que no hay deuda que no se pague ni plazo que no se venza. Luego de 10 años de espera, por fin, se inicia un proceso para la posterior devolución de ahorros a los ex depositantes de Filanbanco, para la extradición de los atracadores, para que dejen de lucrar sobre su estafa y, sobre todo, para que tanta injusticia deje de estar en la impunidad. La negligencia y alcahuetería de la justicia y política durante una década causó la frustración, e incluso la muerte, de mucha gente. Hoy, recibimos los resultados de un proceso del cual formamos parte; un proceso de reivindicación nacional que comienza a cimentar las bases de un nuevo país donde los intereses de las grandes mayorías no sean perjudicados por las ambiciones de los banqueros corruptos y sus aliados que carecen de responsabilidad social y capital moral.

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8 jul 2008

LOS MIGRANTES ECUATORIANOS

Por: Miguel Molina Díaz



















“Me voy a España a trabajar por ustedes.” Son las palabras que en tantas ocasiones se oyeron en los aeropuertos de Quito y Guayaquil, mientras familiares y amigos despedían a los que se convertirían en valientes migrantes. La semana pasada, presidentes latinoamericanos llegaron al punto de suspender las negociaciones entre la Comunidad Andina y Unión Europea sobre tratados de libre comercio por lo preocupante que se ha tornado la situación de los que decidieron salir del país en busca de mejores oportunidades. Los emigrantes ecuatorianos y, en general, latinoamericanos son un ejemplo de valor y perseverancia, por lo que son dignos de nuestra admiración y agradecimiento. Es ciertamente inaceptable que el Parlamento
Europeo haya aprobado la polémica Directiva del Retorno, aquella que permite la excarcelación de hasta 18 meses de los indocumentados, así como su repatriación y prohibición de ingresar a Europa durante 5 años. Parecería que los europarlamentarios nunca hubieran leído aquella frase de Simón Bolívar que dice: “La Patria no es donde se nace sino donde se lucha.” ¡Qué alarmante resulta que lideres políticos sean los promotores de la xenofobia en el viejo continente! La Europa de las luces, del Renacimiento, del Humanismo y de los libre pensadores, se está convirtiendo en la Europa de la discriminación, de la exclusión, de la opresión y del destierro. No hace mucho triunfó en Italia Il Cavaliere, el apodo dado por los descendientes de los seguidores de Mussolini a su líder, el magnate Silvio Berlusconi. Una de las propuestas de campaña de este polémico personaje fue la criminalización de los emigrantes ilegales. ¡Que vergüenza produce esta corriente europea! Sobretodo para los que somos hijos de emigrantes y que tuvimos que padecer la desintegración familiar. Por ventura, mi madre no soportó mucho tiempo y volvió al Ecuador en menos de un año, aunque todavía recuerda a su Madrid querido con profunda nostalgia. No me puedo imaginar el sufrimiento de esos padres y esas madres a quienes la distancia impidió ver crecer a sus hijos, o aquellos hijos que, por trabajar sin documentos en Europa, no pudieron dar el último adiós a sus padres. Tampoco imagino la soledad que nuestros héroes migrantes debieron haber sentido tan lejos de los suyos y de todo lo que conocían como suyo. ¿Cómo habrá sido la primera semana de ecuatorianas acostumbradas al campo, en metrópolis como Madrid o Barcelona? ¿Cuántas serían las lágrimas de compatriotas que, en su intento por conseguir trabajo en Roma o Paris, permanecían ajenos al dialecto de esas localidades? Es verdaderamente inhumano el trato que reciben los que se van y es realmente grande el dolor de los que se quedan. ¡Eso no entienden ni entenderán los europarlamentarios!

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1 jul 2008

OPINIÓN PÚBLICA Y PARTIDOCRACIA

Por: Miguel Molina Díaz















El autor ecuatoriano Pablo Palacios escribió refiriéndose a los acontecimientos político-sociales de su época, que “brilla sobre todos la eternamente nueva y eternamente vieja opinión pública.” Para él la opinión pública significaba “freno de gobernantes y único timón seguro para conducir con buen éxito la nave del Estado.” No quisiera entrar a refutar su pensamiento, más bien usarlo como referente para entender lo que está pasando en nuestro país. Las noticias que hemos recibido en los días pasados han estado dotadas de enormes dosis de temor e incertidumbre, porque episodios preocupantes han invadido la Asamblea del cambio. Renuncias, viudas negras y mutilaciones masoquistas han sido tema de todo noticiero. Se percibe una inmensa inseguridad en los ecuatorianos sobre el desenlace de toda esta parodia política. ¿Pero que hay detrás de todo esto? ¿Qué se esconde bajo el vestuario sombrío y lúgubre de asambleístas de oposición? ¿Cuál es el objetivo de auto-flagelarse en medio de las sesiones del pleno? Al parecer es un cadáver, uno que va agonizando desde aquel abril quiteño que los forajidos exigían que se vayan todos. Por eso el color negro de luto, que acompaña en su dolor a la moribunda partidocracia. Aquellos partidos que pugnaban por el control de las cortes y organismos de control han pactado – como en sus componendas de antaño – un acuerdo de supervivencia. A veces parecería que las minorías de oposición pretenden que Acuerdo País les pida perdón. Perdón por haberles arrasado en las elecciones presidenciales y en la consulta popular. Perdón por haber osado en terminar con el congreso que era su bastión. Y sobre todo perdón por haber tenido el atrevimiento de contar con amplia mayoría en una asamblea que a su vez, amenaza con desbaratar el sistema impuesto por los partidos tradicionales en la constitución del 98. Su último recurso de defensa es el boicot, con el cual apuntan a manipular la opinión pública. Ahora se visten de negro, saltan, gritan y arman berrinche en Ciudad Alfaro, como lo hacían en sus congresos. Nos dejan un sabor amargo por la fetidez que provoca recordar aquellas viejas prácticas demagógicas e inmaduras que se reproducen en el seno de la Constituyente. Confunden al pueblo en su intento de contagiar a toda la asamblea de sus escandalosos exabruptos. ¡Pero no señores de la oposición! No vestiremos de negro ahora, cuando una esperanza recorre la patria. Basta de seguir haciéndose las víctimas y basta de malgastar el nombre de Alberto Acosta para sus conspiraciones. Basta de coserse la boca y protagonizar tanto drama. ¡Basta de fraguar el fracaso de la Constitución de Montecristi! Pero por ventura del país, solo es la partidocracia estéril y desesperada que trata fallidamente de inyectar su desprestigio y descrédito a una Asamblea responsable y trabajadora, para ver si con tanta difamación influyen en: ¿qué dirá la opinión pública?

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